-¡Habrá un torneo! – Dijeron- al ganador le van a dar un gran premio.
El torneo era con el fin de promocionar una marca. Por aquella época estaba muy de moda el juego con el yo-yo y salían marcas hasta debajo de las piedras. Lo cierto es que aunque muy pocos eran los que podían igualar a esos chicos, si fuimos muchos los que soñamos despiertos con ser los héroes de un torneo, como también muchos compramos nuestro juguete para probarnos a nosotros mismos y a la barriada, que éramos los mejores.
Porqué elegir al yo-yo de entre tantos juguetes.
Aún en nuestros días modernos, el yo-yo podría remplazar perfectamente juegos como el X-box y otros. ¿Por qué? Porque los seres humanos somos seres sociales, siempre estamos buscando la compañía de personas con intereses parecidos a los nuestros. Y el yo-yo es un juguete que promueve la interacción entre individuos, sean niños, jóvenes o mayores. Además de que crea un sentido de competencia, que en el futuro se expresará de otras maneras. El yo-yo es un juguete tradicional, de modo que muchos pudiéramos pensar que es un juguete netamente mexicano, sin embargo no es así. Su origen está en Grecia, y como muchos juguetes dio un largo recorrido para llegar hasta nuestras manos, incluso muchos de ellos son de la época virreinal. Como sea que fuere, la innovación en el estilo y los colores han hecho al yo-yo parte de nuestros juguetes artesanales mexicanos. Y como comenta “universia”: “Los juguetes mexicanos poseen un valor artístico que muestra el ingenio de sus creadores y la mayoría estimula la destreza, la actividad física y la imaginación.”
La próxima vez que visite una feria artesanal, no se resista ante la tentación de comprar uno de éstos llamativos juguetes, que además de revivir los días felices de su niñez, le crearan nuevos y divertidos momentos junto a sus hijos. Eso, sin tomar en cuenta que contribuirá para que no muera ni la tradición del juego al aire libre, ni la familia del artesano que lo produce y que con tanto esfuerzo y cariño lo ha hecho.